Ahorro Freddy Merken
Viñeta de Freddy Merkén

Aunque suene a canción de Amaral, he de confesar que una gran parte de culpa de que haya hecho esta web es de mis amigos. Hace ya dos veranos, en mi piscina, empecé a hablar con uno de ellos sobre qué pensaba acerca del ahorro, primero, si pensaba que era algo necesario y, segundo, que qué cantidad pensaba que era suficiente como ahorro.

Nótese que las diferencias entre él y yo son importantes, ya que él sigue viviendo con sus padres en el pueblo, trabaja por cuenta ajena y su única carga es el terminar de pagar un coche de buena marca que compró hace pocos años. Hasta ahí. Ni paga alquiler o hipoteca de un piso en el que viva fuera del pueblo, ni luz, agua o gastos asociados, ni se encarga de la compra de la casa. Eso sí, en ropa siempre va a la última el tío, es un pijete (viste bien, como yo, tampoco nada del otro mundo) y porque en el pueblo no tiene tantas opciones, pero le gusta mucho irse de restaurantes y comer bien (como a mí).

Bueno, pues volviendo a esa tarde de verano, Rafa me contestó que no, que «no veía necesario ahorrar«, que él no lo hacía, “mi filosofía es que, si junto un colchón en el banco me lo gasto en un buen viaje, que, por cierto, tenemos pendiente el Caribe”. Aunque yo en aquel entonces flipaba, le pregunté que cuánto era ese “colchón”, aunque lo entendiese como algo para fundirse a los dos días. Sorpresa, me dijo que unos tres-cuatro mil euros. La virgen. ¿Os acordáis de la historia del bolso? Pues eso.

Sin salir de mi asombro, le hice un tercer grado como este:

  • ¿Y si a tus padres les pasa algo? ¿Una enfermedad o imprevisto económico en el que necesiten ayuda?
  • ¿Y si te quedas sin trabajo?
  • ¿Y el día de mañana cómo esperas independizarte?

 

Y así hasta que me quedé sin cerveza. Saqué otras tres Leffes y bolsas de patatas fritas y seguimos debatiendo dentro del agua. He dicho tres sí, no porque uno de los dos beba a pares, sino porque también estaba Sara, otra de mis grandes amigas (tengo pocos amigos, la verdad, no soy alguien ultra-sociable ni tampoco de los que presuman de sus cientos de amigos. Pocos, pero de calidad, esa es mi ley). Sara escuchaba, porque antes de que llegase Rafa, ya le había estado haciendo el tercer grado a ella (ahora quizás entiendes por qué tengo tan pocos amigos, soy tan pesada que incluso en una tarde de piscina y cerves me pongo a preocuparme por la planificación financiera de mis amigos).

Aguadillas y debatir sobre la importancia del ahorro. No todos lo aguantarían, pero ellos sí.

El caso, ya que te cuento lo de Rafa, te pongo en situación con Sara: estudió lo mismo que yo, pero ella se fue a la parte “cool” de la Economía, a trabajar en una Big-four, no a meterse en rollos de crear empresas que a saber qué pasa con ellas. El caso, también vive en Madrid, aunque comparte piso con su pareja, y a diferencia de Rafa, no tiene ningún coche que mantener y también es fan absoluta de ir de restaurantes, aunque en el tema de la ropa no le gusta tanto “gastar el dinero”.

Ella sí que me dijo que veía importante ahorrar, que, «al menos un colchón de unos 30.000€” era importante tener. Nótese que cuando yo hablo de “colchón”, les digo que me refiero a ese dinero que no tocarías ni con agua hirviendo a no ser que hubiese una situación de máxima urgencia.

Le pregunté que por qué esa cantidad y vino a decirme que era imposible pensar una cantidad más grande, que ojalá, pero que «con los salarios que hay hoy en día…».

Tras seguir hablando del tema, Rafa dijo que “hombre, algo siempre es necesario tener, sí, pero porque si te llega la letra del coche tienes que estar tranquilo de poder pagarla”. Con esto no busco hablar del nivel particular que puede tener uno u otro, sino de lo poco que nos han enseñado acerca de planificarnos financieramente.

En resumen, los dos son mis amigos y los dos piensan muy diferente, también se encuentran en situaciones diferentes y no puede hacerse una comparación real, aunque tengamos la misma edad. En cualquier caso, lo que ambos comparten es la necesidad de hacer lo que les gusta y de cubrir sus necesidades básicas, sean cuales sean. Y para eso, amigos, hay que planificarse.

Sin entrar a valorar qué opiniones me gustan más o menos o si creo que mi visión es la mejor del mundo, ni cuánto es mucho o poco, lo que sí tengo claro es que Rafa, Sara y yo necesitamos crecer, tanto profesional como personalmente. Y que una cosa básica debe ser que nos organicemos bien, y las finanzas personales es algo de lo más vital para ello.

¿Eres más de la opinión de Rafa o de Sara? Me da igual que no seamos amigos, lo que quiero es poder aportar mi granito de arena a la concienciación necesaria de saber planificarse.

Ahorrar, invertir y gastar, todo es necesario y útil si sabe hacerse bien.

El futuro está muy presente.

Ahorro Freddy Merken
Viñeta de Freddy Merkén

Aunque suene a canción de Amaral, he de confesar que una gran parte de culpa de que haya hecho esta web es de mis amigos. Hace ya dos veranos, en mi piscina, empecé a hablar con uno de ellos sobre qué pensaba acerca del ahorro, primero, si pensaba que era algo necesario y, segundo, que qué cantidad pensaba que era suficiente como ahorro.

Nótese que las diferencias entre él y yo son importantes, ya que él sigue viviendo con sus padres en el pueblo, trabaja por cuenta ajena y su única carga es el terminar de pagar un coche de buena marca que compró hace pocos años. Hasta ahí. Ni paga alquiler o hipoteca de un piso en el que viva fuera del pueblo, ni luz, agua o gastos asociados, ni se encarga de la compra de la casa. Eso sí, en ropa siempre va a la última el tío, es un pijete (viste bien, como yo, tampoco nada del otro mundo) y porque en el pueblo no tiene tantas opciones, pero le gusta mucho irse de restaurantes y comer bien (como a mí).

Bueno, pues volviendo a esa tarde de verano, Rafa me contestó que no, que «no veía necesario ahorrar«, que él no lo hacía, “mi filosofía es que, si junto un colchón en el banco me lo gasto en un buen viaje, que, por cierto, tenemos pendiente el Caribe”. Aunque yo en aquel entonces flipaba, le pregunté que cuánto era ese “colchón”, aunque lo entendiese como algo para fundirse a los dos días. Sorpresa, me dijo que unos tres-cuatro mil euros. La virgen. ¿Os acordáis de la historia del bolso? Pues eso.

Sin salir de mi asombro, le hice un tercer grado como este:

  • ¿Y si a tus padres les pasa algo? ¿Una enfermedad o imprevisto económico en el que necesiten ayuda?
  • ¿Y si te quedas sin trabajo?
  • ¿Y el día de mañana cómo esperas independizarte?

 

Y así hasta que me quedé sin cerveza. Saqué otras tres Leffes y bolsas de patatas fritas y seguimos debatiendo dentro del agua. He dicho tres sí, no porque uno de los dos beba a pares, sino porque también estaba Sara, otra de mis grandes amigas (tengo pocos amigos, la verdad, no soy alguien ultra-sociable ni tampoco de los que presuman de sus cientos de amigos. Pocos, pero de calidad, esa es mi ley). Sara escuchaba, porque antes de que llegase Rafa, ya le había estado haciendo el tercer grado a ella (ahora quizás entiendes por qué tengo tan pocos amigos, soy tan pesada que incluso en una tarde de piscina y cerves me pongo a preocuparme por la planificación financiera de mis amigos).

Aguadillas y debatir sobre la importancia del ahorro. No todos lo aguantarían, pero ellos sí.

El caso, ya que te cuento lo de Rafa, te pongo en situación con Sara: estudió lo mismo que yo, pero ella se fue a la parte “cool” de la Economía, a trabajar en una Big-four, no a meterse en rollos de crear empresas que a saber qué pasa con ellas. El caso, también vive en Madrid, aunque comparte piso con su pareja, y a diferencia de Rafa, no tiene ningún coche que mantener y también es fan absoluta de ir de restaurantes, aunque en el tema de la ropa no le gusta tanto “gastar el dinero”.

Ella sí que me dijo que veía importante ahorrar, que, «al menos un colchón de unos 30.000€” era importante tener. Nótese que cuando yo hablo de “colchón”, les digo que me refiero a ese dinero que no tocarías ni con agua hirviendo a no ser que hubiese una situación de máxima urgencia.

Le pregunté que por qué esa cantidad y vino a decirme que era imposible pensar una cantidad más grande, que ojalá, pero que «con los salarios que hay hoy en día…».

Tras seguir hablando del tema, Rafa dijo que “hombre, algo siempre es necesario tener, sí, pero porque si te llega la letra del coche tienes que estar tranquilo de poder pagarla”. Con esto no busco hablar del nivel particular que puede tener uno u otro, sino de lo poco que nos han enseñado acerca de planificarnos financieramente.

En resumen, los dos son mis amigos y los dos piensan muy diferente, también se encuentran en situaciones diferentes y no puede hacerse una comparación real, aunque tengamos la misma edad. En cualquier caso, lo que ambos comparten es la necesidad de hacer lo que les gusta y de cubrir sus necesidades básicas, sean cuales sean. Y para eso, amigos, hay que planificarse.

Sin entrar a valorar qué opiniones me gustan más o menos o si creo que mi visión es la mejor del mundo, ni cuánto es mucho o poco, lo que sí tengo claro es que Rafa, Sara y yo necesitamos crecer, tanto profesional como personalmente. Y que una cosa básica debe ser que nos organicemos bien, y las finanzas personales es algo de lo más vital para ello.

¿Eres más de la opinión de Rafa o de Sara? Me da igual que no seamos amigos, lo que quiero es poder aportar mi granito de arena a la concienciación necesaria de saber planificarse.

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