Mi gata sabe invertir mejor que yo

Me parece increíble no haber hablado todavía de ella, no haberle dedicado un post (como mínimo). Cualquiera que me conozca no se lo creerá: quiero hablaros de mi bicho favorito, la que me quita las penas entre arañazos, jugar al escondite y pequeños mordiscos (y me enseña más de inversiones que ningún gurú)Kitty.

Aristogatos
Fotograma de Marie, la más presumida de los Aristogatos

Pero claro, no estamos en este Blog para que yo os hable de lo maravillosa que es mi gata ni para que vosotros aguantéis esa parte tonta que tenemos todos de creernos que nuestro pequeño es el más genial y listo de todos (“pequeño” = hijo, gato, pez o loro, según la circunstancia de cada uno). Y no, no vengo a eso, sino a explicaros por qué Kitty invierte mucho mejor que yo (y siempre lo hará).

Siempre le mezclo dos tipos de gránulos (pienso, comida, o como lo queráis llamar): unos de marca normal (Friskies) y otros mejores (Nature’s Variety). Y siempre actúa igual: primero se come los de la marca buena (no por la marca, que tan sibarita no es, o al menos no conscientemente) sino porque son los que más le gustan; después, se resigna y termina con los otros (si no voy corriendo antes a echarle más de los que le gustan).

Está claro quién es la lista de las dos.

El caso, sin entrar en cuestiones de si los animales son capaces de razonar, si está bien dicho de una forma u otra, y sabiendo que habrá ofendiditos de una y otra forma… Como siempre, voy más allá: si dejase los que más le gustan para después, podrían suceder dos cosas: se estropeasen, perdiesen sabor o se empachase tanto que ya no tendría hambre. ¿Conclusión? Sabe invertir, no espera al momento perfecto, porque sabe que no existe.

Porque invertir no es solo una bola de cristal con «esto va subir» o «esto va a bajar». Invertir también es cuestión de tiempo, y no hay peor inversión que malgastarlo con cosas como: «esto lo dejo para luego», «mejor en un momento especial»,… No somos conscientes de que eso que «dejamos para después» puede no llegar nunca, y entonces solo habrá servido para perderlo, no disfrutarlo y tirarnos de los pelos diciendo «ojalá hubiese hecho…».

¿Cuántas veces no te ha pasado que “ibas a invertir” pero luego ya se te pasó? Por no hablar de cuando “ibas a” cumplir todos los propósitos de (cada) año nuevo, pero se quedaron en eso, meras intenciones. Con las inversiones pasa mucho, y entre otros factores, hablando de Economía Conductual, intervienen un montón de sesgos y limitaciones cognitivas de las que ya hemos hablado en otros posts. A mí las que más me gustan (porque me han pasado) son:

  • La cuenta (de inversión) no la abro hoy, me espero a mañana”. Motivo = Sesgo del presente: siempre preferimos el beneficio actual antes que la posible ganancia futura. Problema = Nunca llega mañana.
  • Mañana empiezo a ahorrar”. Motivo = Igual que el anterior. Y acaba pasando igual que con la dieta, queridos. Problema = Nunca llega mañana.
  • El futuro son las criptomonedas”. Motivo = Efecto de prueba social: tiendo hacia la mayoría, o lo que yo creo que es la mayoría, aunque no tenga ni idea de lo que hablo. Problema = Me meto o dejo de meterme en cosas por lo que dicen/opinan los demás sin tener apenas idea.
  • Siempre tengo mala suerte”. Motivo = Efecto anclaje: cualquier cosa o información que haya visto antes es muy difícil cambiarla por una posterior que la contradiga. Problema = perderte cosas interesantes, temer lo nuevo y utilizar las excusas como recurso fácil.

 

Y así ad infinitum. Con esto solo te quiero decir que todos hemos pasado por esas cosas, y aunque no todos tenemos que hacer lo mismo, lo que no nos puede frenar es el miedo o limitaciones a la hora de actuar.

No saber por dónde empezar en el mundo de las inversiones es lo normal, ese es el comienzo. Y sin querer sonar a coach inspirador (que no lo soy), el siguiente es que busques, investigues para empezar a poner en marcha tu dinero en una entidad o broker de confianza. El caso es que te muevas, que la inflación no te espera.

No suele funcionar eso de dejar lo bueno para el fin__. 

*FINAL. Perdón, me quedé sin tinta.

Me parece increíble no haber hablado todavía de ella, no haberle dedicado un post (como mínimo). Cualquiera que me conozca no se lo creerá: quiero hablaros de mi bicho favorito, la que me quita las penas entre arañazos, jugar al escondite y pequeños mordiscos (y me enseña más de inversiones que ningún gurú)Kitty.

Aristogatos
Fotograma de Marie, la más presumida de los Aristogatos

Pero claro, no estamos en este Blog para que yo os hable de lo maravillosa que es mi gata ni para que vosotros aguantéis esa parte tonta que tenemos todos de creernos que nuestro pequeño es el más genial y listo de todos (“pequeño” = hijo, gato, pez o loro, según la circunstancia de cada uno). Y no, no vengo a eso, sino a explicaros por qué Kitty invierte mucho mejor que yo (y siempre lo hará).

Siempre le mezclo dos tipos de gránulos (pienso, comida, o como lo queráis llamar): unos de marca normal (Friskies) y otros mejores (Nature’s Variety). Y siempre actúa igual: primero se come los de la marca buena (no por la marca, que tan sibarita no es, o al menos no conscientemente) sino porque son los que más le gustan; después, se resigna y termina con los otros (si no voy corriendo antes a echarle más de los que le gustan).

Está claro quién es la lista de las dos.

El caso, sin entrar en cuestiones de si los animales son capaces de razonar, si está bien dicho de una forma u otra, y sabiendo que habrá ofendiditos de una y otra forma… Como siempre, voy más allá: si dejase los que más le gustan para después, podrían suceder dos cosas: se estropeasen, perdiesen sabor o se empachase tanto que ya no tendría hambre. ¿Conclusión? Sabe invertir, no espera al momento perfecto, porque sabe que no existe.

Porque invertir no es solo una bola de cristal con «esto va subir» o «esto va a bajar». Invertir también es cuestión de tiempo, y no hay peor inversión que malgastarlo con cosas como: «esto lo dejo para luego», «mejor en un momento especial»,… No somos conscientes de que eso que «dejamos para después» puede no llegar nunca, y entonces solo habrá servido para perderlo, no disfrutarlo y tirarnos de los pelos diciendo «ojalá hubiese hecho…».

¿Cuántas veces no te ha pasado que “ibas a invertir” pero luego ya se te pasó? Por no hablar de cuando “ibas a” cumplir todos los propósitos de (cada) año nuevo, pero se quedaron en eso, meras intenciones. Con las inversiones pasa mucho, y entre otros factores, hablando de Economía Conductual, intervienen un montón de sesgos y limitaciones cognitivas de las que ya hemos hablado en otros posts. A mí las que más me gustan (porque me han pasado) son:

  • La cuenta (de inversión) no la abro hoy, me espero a mañana”. Motivo = Sesgo del presente: siempre preferimos el beneficio actual antes que la posible ganancia futura. Problema = Nunca llega mañana.
  • Mañana empiezo a ahorrar”. Motivo = Igual que el anterior. Y acaba pasando igual que con la dieta, queridos. Problema = Nunca llega mañana.
  • El futuro son las criptomonedas”. Motivo = Efecto de prueba social: tiendo hacia la mayoría, o lo que yo creo que es la mayoría, aunque no tenga ni idea de lo que hablo. Problema = Me meto o dejo de meterme en cosas por lo que dicen/opinan los demás sin tener apenas idea.
  • Siempre tengo mala suerte”. Motivo = Efecto anclaje: cualquier cosa o información que haya visto antes es muy difícil cambiarla por una posterior que la contradiga. Problema = perderte cosas interesantes, temer lo nuevo y utilizar las excusas como recurso fácil.

 

Y así ad infinitum. Con esto solo te quiero decir que todos hemos pasado por esas cosas, y aunque no todos tenemos que hacer lo mismo, lo que no nos puede frenar es el miedo o limitaciones a la hora de actuar.

No saber por dónde empezar en el mundo de las inversiones es lo normal, ese es el comienzo. Y sin querer sonar a coach inspirador (que no lo soy), el siguiente es que busques, investigues para empezar a poner en marcha tu dinero en una entidad o broker de confianza. El caso es que te muevas, que la inflación no te espera.

No suele funcionar eso de dejar lo bueno para el fin__. 

*FINAL. Perdón, me quedé sin tinta.

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