A lo largo de los siglos, la Teoría Económica Neoclásica se ha encargado de estudiar el comportamiento de los individuos, suponiendo que estos actúan siempre de manera racional y maximizando sus intereses.

No obstante, en los últimos años, ha empezado a coger fuerza una visión menos confiada en la racionalidad del ser humano: la Economía Conductual. Esta no parte de la premisa de que los seres humanos actúan de forma racional en todo momento, ya que, estos sufren de los llamados sesgos cognitivos, que no son otra cosa que limitaciones que tienen los individuos para, efectivamente, tomar la mejor decisión en función de sus intereses. En suma, que esa racionalidad total no es tal y que, por tanto, los individuos se ven sesgados en sus comportamientos. Como no podía ser de otra forma, aquí lo vamos a aplicar al ámbito de las inversiones, pero prueba a relacionar cada uno de los sesgos que describimos en cualquier otro ámbito de la vida, seguro que ves alguna de las decisiones que has tomado como posiblemente influenciadas.

No pretendo aburrirte aquí con referencias a los estudios en los que me baso para elaborar esta lista, ya que quiero que te centres en los ejemplos, en la aplicación práctica que yo he visto cómo ha pasado factura en las inversiones (a mí y a mis clientes). No obstante, todo está extraído de las lecturas de Daniel Kahneman, Amos Tversky y Mario Rizzo entre otros.

En este primer artículo sobre los sesgos cognitivos vamos a analizar tres de los principales que sufrimos a la hora de invertir: (Aunque tengan nombres raros, la clave se encuentra en el ejemplo).

  • SESGO DEL DESCUENTO HIPERBÓLICO: tendencia a preferir una ganancia inmediata (aunque sea más pequeña) sobre una ganancia a futuro (aunque esta fuese mayor). Nos atrae más una ganancia pequeña inmediata que una ganancia que pueda ser mayor en un futuro, ¿por qué?

No se debe a otra cosa más que la inmediatez de las ganancias tiene una gran atracción. ⇒ Párate a pensar: si te dan a elegir entre un cheque de supermercado de 100€ hoy o uno de 150€ si te esperas un mes, ¿qué elegirías? 

  • AVERSIÓN A LA PÉRDIDA: el miedo a perder algo pesa más que la posibilidad de poder ganar ese algo. Es posiblemente el más conocido, sufrido y reflejado en nuestras situaciones cotidianas. Consiste en la tendencia a que las pérdidas importen más que las ganancias. Según Daniel Kahneman y Amos Tversky (1979): «El dolor de perder algo es dos veces superior que la satisfacción de ganarlo».

Uno de los mejores ejemplos es cuando se hace el siguiente experimento: a la mitad de una clase de colegio se les reparte una pequeña taza de desayuno, y a la otra mitad no. Cuando se les dice que pongan precio a los que no la tienen para comprársela a sus compañeros y a los que la tienen para venderla, siempre el precio que dan los que ya poseen la taza es mayor que los que quieren comprarla.

¿En tus inversiones sueles colocar límites de pérdida? ¿Cuál es el riesgo que asumes porque te sientes cómodo en él? 

  • EXCESO DE CONFIANZA: tendemos a sobreestimar nuestro conocimiento o experiencia, sin distinguir lo que sabemos realmente de lo que no tenemos ni idea o creemos saber. Y la mayoría de las veces tenemos demasiado ego como para admitirlo.

¿Cuántas veces has tenido complejo de clarividente? Has pensado aquello de “esta empresa va a subir, porque… porque sí, porque lo sé”, ¿o creerte Warren Buffet por haber acertado alguna operación exitosa? Y si no lo has sido tú, seguro que tienes al cuñado en Navidad haciendo gala de ello.

No te preocupes, es algo más normal de lo que nos imaginamos, aunque el verdadero problema es que no solemos anticiparlo, ni siquiera llegar a verlo.

 

En resumen, el cerebro humano adolece de gran cantidad de limitaciones y sesgos que le hacen no tomar la mejor decisión, ni la más racional en materia de inversiones (ni en los demás campos). No pretendemos desanimar, pero aquí solo hemos visto tres, iremos analizando la cantidad de anomalías que sufrimos los individuos para ver luego cómo poder reducirlas. Lanzaré una serie de artículos sobre ellos y cómo poder hacerles frente y reducirlos a la hora de invertir. 

Y, lo importante debe ser conocerlas y no subestimarlas, solo así seremos (un poco) más conscientes de cómo evitarlas.

Hay que conocer bien al enemigo, sobre todo, cuando lo tenemos en casa.

 
Sesgos Comparador de Broker 2

A lo largo de los siglos, la Teoría Económica Neoclásica se ha encargado de estudiar el comportamiento de los individuos, suponiendo que estos actúan siempre de manera racional y maximizando sus intereses.

No obstante, en los últimos años, ha empezado a coger fuerza una visión menos confiada en la racionalidad del ser humano: la Economía Conductual. Esta no parte de la premisa de que los seres humanos actúan de forma racional en todo momento, ya que, estos sufren de los llamados sesgos cognitivos, que no son otra cosa que limitaciones que tienen los individuos para, efectivamente, tomar la mejor decisión en función de sus intereses. En suma, que esa racionalidad total no es tal y que, por tanto, los individuos se ven sesgados en sus comportamientos. Como no podía ser de otra forma, aquí lo vamos a aplicar al ámbito de las inversiones, pero prueba a relacionar cada uno de los sesgos que describimos en cualquier otro ámbito de la vida, seguro que ves alguna de las decisiones que has tomado como posiblemente influenciadas.

No pretendo aburrirte aquí con referencias a los estudios en los que me baso para elaborar esta lista, ya que quiero que te centres en los ejemplos, en la aplicación práctica que yo he visto cómo ha pasado factura en las inversiones (a mí y a mis clientes). No obstante, todo está extraído de las lecturas de Daniel Kahneman, Amos Tversky y Mario Rizzo entre otros.

En este primer artículo sobre los sesgos cognitivos vamos a analizar tres de los principales que sufrimos a la hora de invertir: (Aunque tengan nombres raros, la clave se encuentra en el ejemplo).

  • SESGO DEL DESCUENTO HIPERBÓLICO: tendencia a preferir una ganancia inmediata (aunque sea más pequeña) sobre una ganancia a futuro (aunque esta fuese mayor). Nos atrae más una ganancia pequeña inmediata que una ganancia que pueda ser mayor en un futuro, ¿por qué?

No se debe a otra cosa más que la inmediatez de las ganancias tiene una gran atracción. ⇒ Párate a pensar: si te dan a elegir entre un cheque de supermercado de 100€ hoy o uno de 150€ si te esperas un mes, ¿qué elegirías? 

  • AVERSIÓN A LA PÉRDIDA: el miedo a perder algo pesa más que la posibilidad de poder ganar ese algo. Es posiblemente el más conocido, sufrido y reflejado en nuestras situaciones cotidianas. Consiste en la tendencia a que las pérdidas importen más que las ganancias. Según Daniel Kahneman y Amos Tversky (1979): «El dolor de perder algo es dos veces superior que la satisfacción de ganarlo».

Uno de los mejores ejemplos es cuando se hace el siguiente experimento: a la mitad de una clase de colegio se les reparte una pequeña taza de desayuno, y a la otra mitad no. Cuando se les dice que pongan precio a los que no la tienen para comprársela a sus compañeros y a los que la tienen para venderla, siempre el precio que dan los que ya poseen la taza es mayor que los que quieren comprarla.

¿En tus inversiones sueles colocar límites de pérdida? ¿Cuál es el riesgo que asumes porque te sientes cómodo en él? 

  • EXCESO DE CONFIANZA: tendemos a sobreestimar nuestro conocimiento o experiencia, sin distinguir lo que sabemos realmente de lo que no tenemos ni idea o creemos saber. Y la mayoría de las veces tenemos demasiado ego como para admitirlo.

¿Cuántas veces has tenido complejo de clarividente? Has pensado aquello de “esta empresa va a subir, porque… porque sí, porque lo sé”, ¿o creerte Warren Buffet por haber acertado alguna operación exitosa? Y si no lo has sido tú, seguro que tienes al cuñado en Navidad haciendo gala de ello.

No te preocupes, es algo más normal de lo que nos imaginamos, aunque el verdadero problema es que no solemos anticiparlo, ni siquiera llegar a verlo.

 

En resumen, el cerebro humano adolece de gran cantidad de limitaciones y sesgos que le hacen no tomar la mejor decisión, ni la más racional en materia de inversiones (ni en los demás campos). No pretendemos desanimar, pero aquí solo hemos visto tres, iremos analizando la cantidad de anomalías que sufrimos los individuos para ver luego cómo poder reducirlas. Lanzaré una serie de artículos sobre ellos y cómo poder hacerles frente y reducirlos a la hora de invertir. 

Y, lo importante debe ser conocerlas y no subestimarlas, solo así seremos (un poco) más conscientes de cómo evitarlas.

Hay que conocer bien al enemigo, sobre todo, cuando lo tenemos en casa.

 
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