Todos necesitamos un Pepito Grillo

Quien te quiere te hará bien‘. Esta es la frase que más veces he escuchado, quizás, tristemente, por la necesidad de tenerlo presente en el día a día. Pero es que es realmente importante, de verdad. Y que no cundan las alarmas, no vengo a ponerme sentimental, que de Bolsa entiendo poco, pero de eso ya ni sabría empezar. Vengo a hablar de la necesidad de entender eso de “hacer bien”, en algo tan simple como el trato con los clientes. 

Te cuento una de las historias más recientes que he vivido con esto: Paco, uno de mis mejores clientes, y no solo por los números, sino por lo buen tío que es, me contaba hace unas semanas que un amigo suyo que trabaja en un broker le había propuesto «un negocio increíble».

Nótese: amigos desde hace casi diez años, trabajando juntos y, creo que (uno de ellos) sintiéndose como si estuviese hablando con un colega aunque hablen de pasta y eso se traduzca en bonus para el del broker (algo totalmente lógico y que ambos saben).

“Es una pasada, Elvira. Me ha dicho que puedo conseguir más de un 10% de beneficio en apenas dos meses. Mira que yo no soy de confiar en estas cosas, pero es que viene de Pedro, jo*er”. 

Yo, aunque llevo apenas tres años conociéndole, siento como si nos conociésemos de toda la vida, el tío es un campechano y cuando habla de cómo factura más de 50 millones al año no se cuelga medalla alguna. Es de los que trabaja en silencio y le va bien, sin necesidad de alardear a los cuatro vientos. El caso es que ya más de una vez me ha dicho que soy una especie de “Pepito Grillo” para él, porque nunca le digo lo que quiere escuchar, pero sí la realidad (cruda o no) en todo.

Lo hago con él y con todos, sobre todo con los que se dejan, que ya sabemos que hay gente que oye algo de verdad y te deja de hablar, le sale sarampión y vuelve a su realidad paralela tan feliz, a esos ni un minuto más. 

Bien, el día que me contó lo de Pedro te puedes imaginar: sin querer pararle los pies, porque como siempre he dicho, “cada uno con su dinero que haga lo que quiera”, le dije que tuviese cuidado. Jo*er, como puedes imaginar, a proporción de experiencias y años él ha vivido cientos más que yo, pero aun así, no sabes la cantidad de veces que te necesitan al lado.

Al principio me chocaba, no lo entendía y me hacía gracia (en el buen sentido), a día de hoy solo me pasa lo último.

Notarás que no he dicho si conozco a Pedro o no, porque en algo así no es realmente relevante mi opinión sobre un tercero. Pero lo que sí importa es el tipo de patraña que le intentan colar a Paco.

“Pero si es su amigo”, pensarás. Bien, pues ese amigo ya le ha hecho alguna que otra jugarreta en los negocios, así que para empezar, de amigo poco (ojo, en mi diccionario, igual la acepción en el diccionario de Pedro es distinta). Y, para seguir, por muy amigo que seas mío, y me arriesgo a que esto lo lea alguno de ellos, primero voy yo, y el que diga lo contrario miente. Y no creo que después de tomarte la molestia de entrar a leer un nuevo artículo en la web de alguien que no es famoso y que ni conoces quieras que te tome el pelo, porque para eso te quedas viendo el telediario. Y eso es algo que, a veces, se nos olvida, y nos la cuelan.

Por lo que si eres mi súper amigo y estás leyendo esto, bien puedes saber que lo que nunca voy a hacer va a ser venderte una oportunidad como la mejor del mundo, te la contaré como haría con alguien de mi familia, pero hasta ahí, y eso sí, que no implique que yo me llevo nada a cambio. Por tres motivos:

  1. Porque me importan más mis amigos que los negocios, y si yo no estoy segura de entrar en algo no se lo cuento a nadie para que lo haga. Cobarde no soy.
  2. Porque si entro y veo resultados podré tener algo de confianza para contártelo, pero nunca para persuadir a que lo hagas tú. Cada persona y situación es un mundo. 
  3. Si yo invierto y gano y tú inviertes y ganas, estupendo, y si perdemos ambos, también, pero nunca que suponga una ganancia para mí el simple hecho de presentarte algo que pueda salirte mal. ¿Me sigues? Es decir, lo que posiblemente no sepa Paco es que Pedro va a cobrar por algo que depende de si él arriesga su dinero sin garantía alguna.

Lo importante aquí es que cuando Paco me habla de Pedro nunca me dice que tenga estos pilares en su ideario, lo cual no juzgo si es mejor o peor, solo digo que no los tiene (según Paco, con quien hace negocios, no conmigo). Así que ese día me tocó hacer de Pepito Grillo y recordarle a Paco algo que él mismo me había contado, pero que por el motivo que fuera, ese día le importaba menos. 

Pinocho
Viñeta de Aurora Méndez Mazano

 

Porque efectivamente, ni Pedro estaba seguro de esa «oportunidad», ni Pedro entró a esa oportunidad, y, por supuesto, le daba igual que Paco ganase con ella o no, iba a recibir comisión igual. Con esto no hay nada más que añadir, Señoría.

No entro a si Pedro es mejor o peor persona que yo, a si Paco elige bien a los amigos o no, cuestiones de ética y moral aparte, entro a ver cómo hay que diferenciar al que no tiene necesidad de hacer estas jugarretas porque ni se casa con nadie, ni vive de ello; y a quien sí. Con eso, al fin del mundo.

Ojo, la labor de Pepito Grillo no reside en ponerte una pistola en la cabeza para que no lo hagas, sino en darte dos toquecitos en la puerta de tu memoria y cabeza para que tengas todas las cartas sobre la mesa.

Si con ellas boca arriba quieres seguir adelante, labor cumplida, y si no, también. 

Esto se puede aplicar a todo tipo de sectores, no solo al de la inversión y los brokers, no vayáis a pensar que los “amigos” estamos solo aquí; yo te hablo de lo que entiendo, ahora asocia esta idea en tu sector (personal o profesional) y a ver cuántos “amigos” identificas.

Ojalá sean menos que Pepitos Grillos. 

Yo siempre intento ser ese Pepito Grillo con mis clientes y amigos, para eso tienes que poder ser lo suficientemente independiente y no tener la necesidad de casarte con nadie. 

Un buen Pepito Grillo unas veces nos baja del burro y otras nos tiene que ayudar a subirnos.

Quien te quiere te hará bien‘. Esta es la frase que más veces he escuchado, quizás, tristemente, por la necesidad de tenerlo presente en el día a día. Pero es que es realmente importante, de verdad. Y que no cundan las alarmas, no vengo a ponerme sentimental, que de Bolsa entiendo poco, pero de eso ya ni sabría empezar. Vengo a hablar de la necesidad de entender eso de “hacer bien”, en algo tan simple como el trato con los clientes. 

Te cuento una de las historias más recientes que he vivido con esto: Paco, uno de mis mejores clientes, y no solo por los números, sino por lo buen tío que es, me contaba hace unas semanas que un amigo suyo que trabaja en un broker le había propuesto «un negocio increíble».

Nótese: amigos desde hace casi diez años, trabajando juntos y, creo que (uno de ellos) sintiéndose como si estuviese hablando con un colega aunque hablen de pasta y eso se traduzca en bonus para el del broker (algo totalmente lógico y que ambos saben).

“Es una pasada, Elvira. Me ha dicho que puedo conseguir más de un 10% de beneficio en apenas dos meses. Mira que yo no soy de confiar en estas cosas, pero es que viene de Pedro, jo*er”. 

Yo, aunque llevo apenas tres años conociéndole, siento como si nos conociésemos de toda la vida, el tío es un campechano y cuando habla de cómo factura más de 50 millones al año no se cuelga medalla alguna. Es de los que trabaja en silencio y le va bien, sin necesidad de alardear a los cuatro vientos. El caso es que ya más de una vez me ha dicho que soy una especie de “Pepito Grillo” para él, porque nunca le digo lo que quiere escuchar, pero sí la realidad (cruda o no) en todo.

Lo hago con él y con todos, sobre todo con los que se dejan, que ya sabemos que hay gente que oye algo de verdad y te deja de hablar, le sale sarampión y vuelve a su realidad paralela tan feliz, a esos ni un minuto más. 

Bien, el día que me contó lo de Pedro te puedes imaginar: sin querer pararle los pies, porque como siempre he dicho, “cada uno con su dinero que haga lo que quiera”, le dije que tuviese cuidado. Jo*er, como puedes imaginar, a proporción de experiencias y años él ha vivido cientos más que yo, pero aun así, no sabes la cantidad de veces que te necesitan al lado.

Al principio me chocaba, no lo entendía y me hacía gracia (en el buen sentido), a día de hoy solo me pasa lo último.

Notarás que no he dicho si conozco a Pedro o no, porque en algo así no es realmente relevante mi opinión sobre un tercero. Pero lo que sí importa es el tipo de patraña que le intentan colar a Paco.

“Pero si es su amigo”, pensarás. Bien, pues ese amigo ya le ha hecho alguna que otra jugarreta en los negocios, así que para empezar, de amigo poco (ojo, en mi diccionario, igual la acepción en el diccionario de Pedro es distinta). Y, para seguir, por muy amigo que seas mío, y me arriesgo a que esto lo lea alguno de ellos, primero voy yo, y el que diga lo contrario miente. Y no creo que después de tomarte la molestia de entrar a leer un nuevo artículo en la web de alguien que no es famoso y que ni conoces quieras que te tome el pelo, porque para eso te quedas viendo el telediario. Y eso es algo que, a veces, se nos olvida, y nos la cuelan.

Por lo que si eres mi súper amigo y estás leyendo esto, bien puedes saber que lo que nunca voy a hacer va a ser venderte una oportunidad como la mejor del mundo, te la contaré como haría con alguien de mi familia, pero hasta ahí, y eso sí, que no implique que yo me llevo nada a cambio. Por tres motivos:

  1. Porque me importan más mis amigos que los negocios, y si yo no estoy segura de entrar en algo no se lo cuento a nadie para que lo haga. Cobarde no soy.
  2. Porque si entro y veo resultados podré tener algo de confianza para contártelo, pero nunca para persuadir a que lo hagas tú. Cada persona y situación es un mundo. 
  3. Si yo invierto y gano y tú inviertes y ganas, estupendo, y si perdemos ambos, también, pero nunca que suponga una ganancia para mí el simple hecho de presentarte algo que pueda salirte mal. ¿Me sigues? Es decir, lo que posiblemente no sepa Paco es que Pedro va a cobrar por algo que depende de si él arriesga su dinero sin garantía alguna.

Lo importante aquí es que cuando Paco me habla de Pedro nunca me dice que tenga estos pilares en su ideario, lo cual no juzgo si es mejor o peor, solo digo que no los tiene (según Paco, con quien hace negocios, no conmigo). Así que ese día me tocó hacer de Pepito Grillo y recordarle a Paco algo que él mismo me había contado, pero que por el motivo que fuera, ese día le importaba menos. 

Pinocho
Viñeta de Aurora Méndez Mazano

 

Porque efectivamente, ni Pedro estaba seguro de esa «oportunidad», ni Pedro entró a esa oportunidad, y, por supuesto, le daba igual que Paco ganase con ella o no, iba a recibir comisión igual. Con esto no hay nada más que añadir, Señoría.

No entro a si Pedro es mejor o peor persona que yo, a si Paco elige bien a los amigos o no, cuestiones de ética y moral aparte, entro a ver cómo hay que diferenciar al que no tiene necesidad de hacer estas jugarretas porque ni se casa con nadie, ni vive de ello; y a quien sí. Con eso, al fin del mundo.

Ojo, la labor de Pepito Grillo no reside en ponerte una pistola en la cabeza para que no lo hagas, sino en darte dos toquecitos en la puerta de tu memoria y cabeza para que tengas todas las cartas sobre la mesa.

Si con ellas boca arriba quieres seguir adelante, labor cumplida, y si no, también. 

Esto se puede aplicar a todo tipo de sectores, no solo al de la inversión y los brokers, no vayáis a pensar que los “amigos” estamos solo aquí; yo te hablo de lo que entiendo, ahora asocia esta idea en tu sector (personal o profesional) y a ver cuántos “amigos” identificas.

Ojalá sean menos que Pepitos Grillos. 

Yo siempre intento ser ese Pepito Grillo con mis clientes y amigos, para eso tienes que poder ser lo suficientemente independiente y no tener la necesidad de casarte con nadie. 

Un buen Pepito Grillo unas veces nos baja del burro y otras nos tiene que ayudar a subirnos.

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