Lobo oveja
Viñeta de iStock

Mi primer desastre financiero, mi “creer que tenía idea” cuando no. Menuda host*a me llevé, perdón por el taco, creo que es el primero que escribo en Economía Para Adultos, pero es que, para mí, fue muy gordo.

Una tarde tonta y caliente (de esas que te quema el sol la frente), tuve la brillante idea de apostar con un amigo, David, bueno, más bien, de apostar contra él. En aquel verano, en mi pueblo, cada fin de semana había partidos de fútbol entre los chavales un poco más pequeños que yo, y mi amigo no se perdía uno.

Uno de los días, David me dijo que nos comprásemos unas palomitas y fuésemos a ver uno de los partidos, pintaba bien la tarde. Me dijo que si apostábamos 2€ en chucherías contra Carlos (un chico que también iba por primera vez a ver un partido): nosotros apostábamos a que ganaba el equipo 1 y Carlos al equipo 2. Eso sí, los 2€ los ponía yo, él ya se los había gastado. Bromas y chascarrillos aparte, eso era un bolsón de chuches, y no veas lo que costaba ahorrar esos eurillos.

Para hacerme la guay o no sé muy bien qué, acepté la apuesta. Pensé: «Bah, los del equipo 2 son más grandes, seguro que ganan y además, mi amigo viene todos los días a ver los partidos, conoce muy bien a los equipos, no puede fallar». Bien, al acabar la primera parte, el equipo 2, por el que nosotros habíamos apostado, ganaba 1-3; hasta ahí genial, me sentía la niña más afortunada del mundo. Pero unos minutos después (evidentemente, no era fútbol profesional, no recuerdo los minutos que duraba), el equipo 1 dio la vuelta al marcador y terminó ganando 4-3. Impresionante, acababa de perder 2€ en chucherías. Y mi amigo también, mis 2€, claro.

Llegué a casa con un cabreo del quince, porque aparte de comilona, siempre he sido competitiva, y no me gusta perder ni a las canicas. Llegué y dije: “Abuelo, la he liado”. Aquí fue donde recibí mi primera lección de finanzas más clara y útil que me han dado nunca, mi abuelo José María, en su sillón de tela marrón me dijo: “Elvira, no hay que fiarse en alforjas de otro, y menos, cuando el dinero es tuyo”.

Es un dicho de mi pueblo, pero traducido para el que no haya oído nunca la palabra “alforjas”, era lo que se utilizaba antes para guardar y transportar cosas, son dos bolsas que van unidas buscando repartir el peso para mayor comodidad y que se llevaban encima. Ahora suelen llevarse en las motos o en algún animal de carga.

Tras esta aclaración lingüística de la palabra usada en la Mancha profunda, volvamos al hilo. Pero, ahora vamos a cambiar algunas palabras:

  • Partido de fútbol” por “inversión en la empresa «W»”,
  • A “mi amigo” por “el gurú de turno que has conocido en internet” y que te ha dicho que te va a cambiar la vida; y,
  • Los “2€ en chucherías” por “algo que necesitases” (tener colchón para afrontar las próximas facturas, las vacaciones de Punta Cana o el regalo que querías hacer a un familiar).

¿Tiene sentido? Quizás no me tomes en serio porque te haya dicho que mi primer desastre financiero fue con 2€ de chucherías. Lo importante no es eso, a cada uno le duele lo suyo, y lo suyo en el contexto debido (con 7 años) sino que, estoy segura de que van a venir muchos desastres más, y he aprendido por el camino, si no a lo que tengo que hacer, al menos sí a lo que NO tengo que hacer.

Con esto quiero decirte que nadie cuida mejor tu dinero que tú (salvo que seas yo con esos 2€ de chucherías y se los dejes a tu amigo, “porque entiende más que tú”, claro. *Nótese la ironía*).

Así que, si quieres ponerte a invertir de verdad, infórmate bien, investiga y dedica el tiempo necesario a cuestionarte lo que ves. Te digo esto porque, ¿sabes la de veces que me he encontrado con gente (conocidos sobre todo) que me han dicho eso de: «Oye, ¿y si te doy el dinero me lo mueves tú?». Ñe, error.

  1. No soy gestora de capitales, para eso hay que tener una licencia muy gorda (y querer serlo).
  2. El gurú de turno que sale dando consejos de inversión con posters de Ferraris en la habitación tampoco la tiene.
  3. El que la tiene no necesita anunciarse de forma tan cutre, trabajará en una gestora o tendrá la suya propia y podrás diversificar llegando a invertir con él si es lo que necesitas. Esto es serio, yo hablo de los que no lo son.

Ahora, tampoco pienses que esto significa que haya que leerse todos los libros del mundo sobre ese tema para poder empezar a invertir. Solo se trata de ese término medio que decía el tito Aristóteles, fórmate, aprende y no te fíes de cualquier “amigo”.

Recuerda: tu dinero solo te importa a ti, lo de trabajar con gente seria a mí.

Una vez más: tu dinero solo te duele a ti.

Lobo oveja
Viñeta de iStock

Mi primer desastre financiero, mi “creer que tenía idea” cuando no. Menuda host*a me llevé, perdón por el taco, creo que es el primero que escribo en Economía Para Adultos, pero es que, para mí, fue muy gordo.

Una tarde tonta y caliente (de esas que te quema el sol la frente), tuve la brillante idea de apostar con un amigo, David, bueno, más bien, de apostar contra él. En aquel verano, en mi pueblo, cada fin de semana había partidos de fútbol entre los chavales un poco más pequeños que yo, y mi amigo no se perdía uno.

Uno de los días, David me dijo que nos comprásemos unas palomitas y fuésemos a ver uno de los partidos, pintaba bien la tarde. Me dijo que si apostábamos 2€ en chucherías contra Carlos (un chico que también iba por primera vez a ver un partido): nosotros apostábamos a que ganaba el equipo 1 y Carlos al equipo 2. Eso sí, los 2€ los ponía yo, él ya se los había gastado. Bromas y chascarrillos aparte, eso era un bolsón de chuches, y no veas lo que costaba ahorrar esos eurillos.

Para hacerme la guay o no sé muy bien qué, acepté la apuesta. Pensé: «Bah, los del equipo 2 son más grandes, seguro que ganan y además, mi amigo viene todos los días a ver los partidos, conoce muy bien a los equipos, no puede fallar». Bien, al acabar la primera parte, el equipo 2, por el que nosotros habíamos apostado, ganaba 1-3; hasta ahí genial, me sentía la niña más afortunada del mundo. Pero unos minutos después (evidentemente, no era fútbol profesional, no recuerdo los minutos que duraba), el equipo 1 dio la vuelta al marcador y terminó ganando 4-3. Impresionante, acababa de perder 2€ en chucherías. Y mi amigo también, mis 2€, claro.

Llegué a casa con un cabreo del quince, porque aparte de comilona, siempre he sido competitiva, y no me gusta perder ni a las canicas. Llegué y dije: “Abuelo, la he liado”. Aquí fue donde recibí mi primera lección de finanzas más clara y útil que me han dado nunca, mi abuelo José María, en su sillón de tela marrón me dijo: “Elvira, no hay que fiarse en alforjas de otro, y menos, cuando el dinero es tuyo”.

Es un dicho de mi pueblo, pero traducido para el que no haya oído nunca la palabra “alforjas”, era lo que se utilizaba antes para guardar y transportar cosas, son dos bolsas que van unidas buscando repartir el peso para mayor comodidad y que se llevaban encima. Ahora suelen llevarse en las motos o en algún animal de carga.

Tras esta aclaración lingüística de la palabra usada en la Mancha profunda, volvamos al hilo. Pero, ahora vamos a cambiar algunas palabras:

  • Partido de fútbol” por “inversión en la empresa «W»”,
  • A “mi amigo” por “el gurú de turno que has conocido en internet” y que te ha dicho que te va a cambiar la vida; y,
  • Los “2€ en chucherías” por “algo que necesitases” (tener colchón para afrontar las próximas facturas, las vacaciones de Punta Cana o el regalo que querías hacer a un familiar).

¿Tiene sentido? Quizás no me tomes en serio porque te haya dicho que mi primer desastre financiero fue con 2€ de chucherías. Lo importante no es eso, a cada uno le duele lo suyo, y lo suyo en el contexto debido (con 7 años) sino que, estoy segura de que van a venir muchos desastres más, y he aprendido por el camino, si no a lo que tengo que hacer, al menos sí a lo que NO tengo que hacer.

Con esto quiero decirte que nadie cuida mejor tu dinero que tú (salvo que seas yo con esos 2€ de chucherías y se los dejes a tu amigo, “porque entiende más que tú”, claro. *Nótese la ironía*).

Así que, si quieres ponerte a invertir de verdad, infórmate bien, investiga y dedica el tiempo necesario a cuestionarte lo que ves. Te digo esto porque, ¿sabes la de veces que me he encontrado con gente (conocidos sobre todo) que me han dicho eso de: «Oye, ¿y si te doy el dinero me lo mueves tú?». Ñe, error.

  1. No soy gestora de capitales, para eso hay que tener una licencia muy gorda (y querer serlo).
  2. El gurú de turno que sale dando consejos de inversión con posters de Ferraris en la habitación tampoco la tiene.
  3. El que la tiene no necesita anunciarse de forma tan cutre, trabajará en una gestora o tendrá la suya propia y podrás diversificar llegando a invertir con él si es lo que necesitas. Esto es serio, yo hablo de los que no lo son.

Ahora, tampoco pienses que esto significa que haya que leerse todos los libros del mundo sobre ese tema para poder empezar a invertir. Solo se trata de ese término medio que decía el tito Aristóteles, fórmate, aprende y no te fíes de cualquier “amigo”.

Recuerda: tu dinero solo te importa a ti, lo de trabajar con gente seria a mí.

Una vez más: tu dinero solo te duele a ti.

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