Con este título podría hablar de infinitas cosas, pero guardando el respeto a lo que desconozco, lo haré sobre algo que sí conozco y que me pregunto en voz alta por qué se hace así.
Aunque no soy mucho de redes sociales, tengo las que considero básicas: Twitter, LinkedIn e Instagram (en lo que a publicaciones se refiere). Y cada vez analizo más cómo nos comportamos en ellas que la publicación o foto en sí, porque, bajo mi opinión, son el arma más poderosa que existe actualmente (puede ser todo lo sutil que se quiera y más).
Llevo un tiempo viendo a un conocido por redes haciendo anuncios y colaboraciones pagadas con marcas de ropa y cosméticos. No sabía que tenía esa vocación, o intención, o quizás es solo un hobby, aunque por la cantidad de horas que parece dedicarle, es algo importante para él.
La cosa es que ya lleva bastante tiempo haciéndolo, no entro en si mejor o peor, que yo la verdad ni entiendo, el mundo influencer me parece fascinante, pero lo desconozco totalmente.
Pero había algo que me preguntaba según la veía vídeo tras vídeo: «¿Por qué utilizará un fondo tan feo?». Tiene una especie de manta o sábana (que se nota muy bien) que tapa la parte de detrás para que salga un fondo homogéneo, porque hacerlo con el wc detrás no queda muy top (imagino, con mis pocos conocimientos de influencer pero sí de gusto visual).
Me explico a dónde quiero llegar:
- Es como si yo en mi trabajo utilizase un Gmail para contactar con mis suscriptores que fuese “soporteeconomiaparaadultos@gmail.com” en lugar de comprar un dominio y hacerlo desde “soporte@economiaparaadultos.com”;
- O como si cuando tengo una reunión de trabajo con algún socio o cliente le hago pagar siendo que es él el que se desplaza para verme a mí;
- O como si el camarero tuviese que esperar a que se despejara el bar para poder servir la siguiente copa porque compró pocos vasos para su establecimiento;
- O como si el que te intenta vender un curso sobre Bolsa se coloca un póster de las Bahamas en su habitación y se graba diciéndote que es el mejor inversor de todos los tiempos y quiere hacer que tú también lo seas pagándole 100€ al mes.
¿Me sigues?
No entiendo cómo hay gente que no se toma en serio su trabajo, hobby o lo que sea a lo que esté dedicando parte de su tiempo. No lo entiendo porque no es serio. Ahora, antes de encontrarme con aquello de “cada uno según sus posibilidades” y demás topicazos al alcance de todos diré que estoy hablando de un dominio, unos cuantos vasos más o una preparación medianamente sencilla y asequible, quizás el alquiler de una zona para grabar, nada extravagante.
En resumen, no comprendo que nos parezca razonable ahorrar en la compra de un dominio para la comunicación con nuestros futuros clientes, pero luego nos compremos una camisa de marca cara solo para aparentar no sé muy bien qué.
Soy de las que opinan que a los clientes y futuros clientes hay que cuidarlos, y, por ende, el negocio que les ofreces debe estar cuidado, sino, ¿cómo puedo pretender que me compren a mí en vez de al vecino? Y cuidado, no hablo de tener parafernalia innecesaria, hablo de seriedad. Y para esto no es necesario destinar una inversión enorme (te lo dice alguien que sabe de lo que habla), pero sí saber poner los cimientos básicos para lanzarte a hacer algo.
Y no confundamos: se puede estar grabando un vídeo en pantalón de pijama y americana, y tampoco hablo de irte a la Fashion Week para hacer las pruebas de la ropa que comercializas. Simplemente se trata de hacer de forma sencilla, pero elegante, lo que uno hace, porque esa inversión te puede suponer organizar todo bien, puede ser el que te diferencie de quedarte para siempre haciendo esos vídeos con una sábana porque no puedes permitirte otra cosa a seguir haciéndolo porque acaba siendo tu marca personal.
La diferencia está en que en la segunda ya te han comprado, en la primera sigues siendo uno más en un saco enorme donde no solo no te compran, sino que ni siquiera te vendes.
Porque no te haces una idea de la de «gestores del año» o «brokers súper-importantes» que nos cruzamos, pero que luego no son capaces de invitarte a un café, ni tampoco a sus clientes. Darse ínfulas está bien, siempre que sean justificadas.
Y, ser serio no implica ser el broker que patrocina el mejor equipo del mundo desde el minuto uno en mi caso, pero sí rodearte de ellos y lo necesario en un principio, aprender y, en un futuro, pretender llegar a serlo, porque si no, ¿para qué lo hacemos? Ahora nos encontramos ahí, y aunque la ambición de llegar a ser el mejor broker del mundo está presente, está claro que hay que ir dando los pasos adecuados para hacerlo.
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