28 de abril. 12:33h del mediodía. La Península Ibérica se sume en la oscuridad.
En cuestión de segundos, desaparecieron 15 gigavatios de forma súbita, un 60% de la energía que se estaba consumiendo en ese momento. Fue como si alguien hubiera desenchufado a España y Portugal de golpe. Al principio los había que achacaban la situación a una tontería, pero nada de eso; estábamos viviendo el mayor apagón de nuestra historia reciente.
Mientras intentábamos encontrar una linterna que funcionara o pilas para esa radio de nuestros abuelos que teníamos guardada, el Wi-Fi nos decía adiós y los analistas tomaban nota. Según Bolsamanía, este apagón “pasará a los libros de estudio”, aunque no es el tipo de fama que buscábamos. Es cierto que el Ibex 35 resistió gracias al contexto favorable de las bolsas europeas, pero la imagen y estabilidad de nuestro país ha quedado tocada. De hecho, la Bolsa española no tuvo problemas gracias a sus propios sistemas, pero sí vio evidentemente reducido el volumen de negociación.
Las causas del apagón aún se investigan; Red Eléctrica por ahora descarta errores humanos, pero el origen exacto sigue sin conocerse. Así lo hizo saber Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en su tercera comparecencia sobre el apagón.
Algunos expertos apuntan como posible origen la falta de interconexiones eléctricas con Europa. Otros como el ingeniero Jorge Morales, señalan que el sistema eléctrico —fuertemente apoyado en energías renovables—, no es infalible si no se invierte lo necesario. Y, seamos sinceros, fue una situación muy complicada, gente atrapada en vagones de tren, kilométricos atascos de coches e incluso en ascensores.
Debate entre renovables, nucleares, fallos públicos, privados… Tampoco se descarta la hipótesis de que el apagón fuese provocado por un ciberataque, como se estuvo especulando desde el primer momento. Ahí ya no estaríamos hablando solo de un susto, sino de una auténtica llamada de atención a gritos para España y la Comunidad Internacional. Si se confirma que alguien, desde un despacho con más pantallas que ventanas, logró apagar toda la península… Ojo. Porque aunque muchos han tratado de venderlo con ojos románticos y de anhelo a los tiempos de nuestros abuelos, las implicaciones y causas reales van más allá.
Las infraestructuras críticas serían oficialmente vulnerables y el debate ya no estaría en si tenemos suficiente energía solar, sino en cuántos firewalls nos separan del caos total. Sería el aviso definitivo de que, en pleno siglo XXI, las guerras ya no se libran sólo con tanques, sino también con teclados. Y es que según Javier Cuervo, profesor de UNIE Universidad, “un evento de tal magnitud difícilmente ocurre sin una mano inteligente detrás”.